Debido a que los brasileños perciben a los órganos de seguridad pública como ineficientes y a que la sensación de inseguridad es cada vez más marcada, los brasileños recurren a la seguridad privada. Entre los años 2000 y 2009, los negocios de este sector crecieron un 70 por ciento, lo que representa una actividad altamente lucrativa. Los números respaldan esta información, ya que en el año 2009 el gasto fue de aproximadamente US$ 18.000 millones, el equivalente al 0,94% del Producto Interno Bruto. Los datos forman parte de una investigación realizada por el Instituto de Investigación Económica Aplicada.
Según el informe, en el año 2012 este sector empleó a 721.603 personas, en comparación con 308.038 en el año 2000. De este total, casi 500.000 son guardias patrimoniales y vigilantes, un número mayor que la suma de los efectivos de todas las policías estatales, sin contar los trabajadores que laboran de manera informal. Las empresas de vehículos blindados, monitoreo y alarmas residenciales, seguridad patrimonial y personal, y de escoltas armados fueron las que crecieron más en términos de facturación. El año pasado, alcanzaron los US$ 2.300 millones, lo que representa un aumento del 11 por ciento con respecto al año anterior. El ramo de la defensa personal es otro que presenta aumentos en la demanda, especialmente en los grandes centros urbanos como la ciudad de São Pablo y la de Rio de Janeiro.
Por su parte, los gastos gubernamentales para la seguridad pública mostraron una caída marcada. De los US$1.550 millones previstos en el presupuesto del gobierno federal para el año 2012, se utilizó solo el 23,8 por ciento. Las autoridades indican que esta situación se debe al aumento en la fiscalización y el control de la liberación del dinero público y a la falta de proyectos consistentes que justifiquen la liberación de estos recursos.
Este escenario de inseguridad deriva de distintos factores que van desde las acciones sistemáticas patrocinadas por organizaciones criminales como el Primeiro Comando da Capital, el Comando Vermelho y el Primeiro Grupo Catarinense; las altas tasas de homicidios con un índice de 27,1 por cada 100.000, un número considerado endémico por la Organización de Naciones Unidas, y de crímenes como latrocinios, robos y hurtos, lo que ha generado una falta de confianza en la efectividad de las políticas gubernamentales para el sector en distintos segmentos de la sociedad brasileña.
*André Luís Woloszyn, analista de inteligencia estratégica
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