17 ago 2013

'Colombia debe aprovechar la ola de cambios': Fareed Zakaria

Analista dice que el país puede seguir el camino de desarrollo que han abierto naciones como México.

Pocos analistas en el mundo de hoy inspiran tanto respeto como Fareed Zakaria. Nacido en Bombay (India) y con un doctorado de la Universidad de Harvard, su carrera se forjó en Estados Unidos.
Así, ha ocupado posiciones de prestigio en el mundo académico, aparte de haber sido columnista de 'Newsweek' y autor de varios libros. Actualmente es uno de los editores de 'Time' y anfitrión de un programa en CNN, además de columnista del 'Washington Post'.
La semana pasada, Zakaria fue invitado a la asamblea anual de la Andi en Pereira, en la que fue su primera visita al país. Durante dicho evento, habló en exclusiva con EL TIEMPO.
¿Cuál es su opinión de lo que está ocurriendo en Egipto?
Lo que veo en el mundo árabe no es una democracia liberal sino iliberal, que no solo se ha visto en Egipto. En Irak hay una mayoría chií que ha suprimido brutalmente a la minoría suní y que ha llevado a los kurdos a crear su propio país, aunque no lo llamen así. Si vemos lo que sucede en Siria, es esencialmente parte del mismo drama. Una minoría manejando el régimen y una mayoría intentando rebelarse, pero luego otras minorías se preguntan cómo sería su vida en una Siria democrática.
¿Cuál es el desafío?
Todos estos países tienen el mismo reto. La democracia ha pasado a convertirse en la tiranía de las mayorías, de la religión, del islam político. No hay espacio ahí para una libertad genuina. Y va a ser difícil superar esta situación porque el ejército egipcio no ve la necesidad de hacer concesiones. Porque cuando se mata a más de 600 personas, cómo se hace para traer a estas personas a la mesa. Los Hermanos Musulmanes ganaron las elecciones presidenciales, las parlamentarias y el referendo con 64 por ciento de los votos en el mismo año. Hay millones de personas en Egipto que los apoyan y las condiciones están dadas para tener un país profundamente dividido.
¿Entonces, la primavera árabe no floreció?
Acabó siendo una estrella fugaz. Habría que decir que un movimiento popular que puede exigir una democracia, pero que solo alcanza uno de sus componentes, como son las elecciones, no es suficiente. Mientras no haya valores internos, como el liberalismo, la protección de las minorías, de los derechos individuales, de los derechos de las mujeres, no se va a conseguir algo genuino.
¿Por qué debería importarnos en Colombia lo que sucede en Egipto?
Hay varias razones. La primera es que cualquier cosa que ocurra en el mundo árabe tiene un impacto sobre el precio del petróleo. Un alza súbita impactaría a la economía global, así beneficie a países productores como Colombia. La otra razón es el reto de la democracia, que ha sido una realidad en muchos países latinoamericanos donde ha habido líderes populistas que a menudo han hecho cosas antidemocráticas.
¿Tiene un ejemplo en mente?
Chávez fue muy popular y ganó las elecciones. Y, sin embargo, en su mandato tomó medidas que golpeaban la democracia. Es por eso por lo que todos necesitamos un lenguaje común para combatir estos retos. El solo hecho de ganar unas elecciones no debería significar legitimidad para hacer cualquier cosa.
Pasando a otro tema, un informe reciente mencionaba que este año las economías desarrolladas le aportarán más a la economía mundial que las emergentes ¿Se acabó la fiesta en esta parte del mundo?
Hay que tener en cuenta la diferencia entre las tendencias cíclicas y seculares de la economía. Estamos en un punto en el que los países emergentes han tenido un alto crecimiento en los últimos años y están enfrentando un bajonazo cíclico. Como una tendencia más amplia y duradera, el crecimiento de los países emergentes es el gran cambio de nuestra época.
¿A qué se refiere?
Estos países en desarrollo representaban el 15 por ciento del producto mundial hace 20 años, hoy en día aportan el 40 por ciento y van a representar el 50 por ciento en los próximos cinco años. China generaba el 1 por ciento del PIB global y ahora contribuye con 9 por ciento. Entonces sí, se ha dado este enorme cambio, y sí, en un nivel cíclico estamos viendo cómo los mercados emergentes van más lento y al mismo tiempo Japón, Europa y EE. UU. están en una mejor situación.
¿Es serio ese contraste?
Yo no le daría tanta importancia. A fin de cuentas, economías poderosas como la alemana tendrán que enfrentar un estancamiento en su población. En Japón tienen que lidiar con problemas estructurales significativos, como una situación demográfica terrible. Este crecimiento del mundo desarrollado del que se habla trata en esencia de la recuperación de EE. UU. Lo demás es muy débil.
China sigue siendo un enigma para la mayoría de los analistas. ¿Va a seguir creciendo?
Siempre he sido optimista sobre China, pues creo que ellos tienen unos elementos inusuales en la historia. La mayor parte de los dictadores han sido como Ferdinando Marcos en Filipinas o Chávez en Venezuela, pero China ha sido guiada con disciplina, orientada al largo plazo, con planeación y usando el mercado de una forma muy efectiva. Como resultado, han crecido más rápido que cualquier otro país del mundo. No creo que China se vaya a estrellar.
¿Qué viene para ellos?
Es una economía muy fuerte, pero van a sufrir un bajón y pienso que estamos presenciando el fin del gran auge de la manufactura en China. Esta, que fue la gran historia económica del planeta en los últimos 30 años, va a cambiar. Los costos laborales se han elevado mucho. La energía, el transporte se han incrementado, y creo que el gobierno chino buscará un giro hacia el consumo interno como motor económico.
¿Qué consecuencias puede tener?
Habrá que ver quién va a ocupar ese lugar. Ya se está dando la competencia. Pienso que Colombia tiene una gran oportunidad. México ya está convirtiéndose en un beneficiario de ese cambio: es vecino de EE. UU., tiene bajos costos de energía y ha encontrado la forma de hacer reformas que lo hacen atractivo. Pero no hay una razón para creer que Colombia no tenga cómo entrar.
¿Por qué es optimista frente a Estados Unidos?
El asunto con EE. UU. es que siempre sorprende a la gente. Son campeones mundiales en autocrítica. Es un país muy extenso con gente muy diversa, pensando en lo que está pasando en su territorio. Es la nación más rica, con mayor flexibilidad, de lejos. Mire la tecnología y pregúntese cuáles son las empresas que van a dominar el sector. Todas vienen de Estados Unidos. Incluso más ahora que hace 20 años.
¿Qué otras fortalezas tiene?
Estados Unidos es el único país rico en el planeta que sigue aumentando demográficamente. El aspecto competitivo de esta nación rápida y continental es mucho más vibrante que lo que la gente percibe. Mire a Nueva York: el plan científico del alcalde Bloomberg es el más extenso desde la creación de la Nasa en los años cincuenta. Si junta los elementos, se va a preguntar qué otro país tiene tantas cosas sucediendo, y parece difícil encontrar uno.
Usted mencionó que América Latina puede beneficiarse de lo que ocurre en China, pero si mira las cifras las exportaciones, son primarias en su mayoría. Ahora que no tenemos el viento a favor, ¿qué le espera a esta región?
Creo que para esta región el manejo económico nunca ha sido mejor. Puede devolverse a cualquier período y verá que esta es una época dorada de la macroeconomía en Latinoamérica. Encuentra que hay líderes muy bien preparados, muy conectados con los retos. Y no es solo en la banca, también en los ministerios de finanzas, de relaciones. En el caso de México, de Colombia, Brasil o Perú, todos están mejor administrados que lo que lo han sido en períodos anteriores. Y esa es la buena noticia.
Lo que le espera a América Latina
¿Qué falta?
El reto es que hay un despertar político, se han elevado las expectativas, la gente espera más de sus gobernantes y quiere protección de las fuerzas de la globalización y el cambio tecnológico, y esto puede retardar el crecimiento económico. De cómo se maneje este reto de las exigencias populistas dependerá el resultado.
¿Cuál es su consejo?
Cuando vengo a Latinoamérica, la gente está enterada de lo que ocurre en el mundo, entonces la pregunta es cómo beneficiarse de esto. Para eso hay que abrir mercados, poner énfasis en la educación y mover la cadena de valor. Creo que es lograble. México ha abierto un camino que Colombia puede seguir.
¿Qué piensa de las manifestaciones recientes en Brasil?
Honestamente, creo que se sobreinterpretan este tipo de cosas. Tengo una regla simple en política: cuando un partido lleva diez años al poder, la gente se agota. Sea Margaret Thatcher o Tony Blair. En Turquía, los mismos llevan 11 años en el poder; Lula más Dilma, en Brasil, hacen más de diez años. La opinión siente que sus líderes se han vuelto arrogantes, que alguien se apropió del mando, y en muchos casos es cierto. En Brasil enfrentaron retos muy serios, como sucedió en Turquía y como sucedió en Israel, y estas protestas son más inherentes al sistema que contra el sistema. En cambio, mire lo que ocurrió en los países árabes: cuando el régimen no tiene legitimidad, la misma clase de protestas lo destruyen. Las protestas son saludables para una democracia.
¿Qué tan optimista es frente al futuro?
Creo que estamos en un momento extraordinario. No tenemos una guerra mundial, no tenemos una guerra fría, no tenemos una competencia entre ejércitos. Eso ha creado una plataforma de paz y estabilidad, algo en lo que la gente no piensa demasiado, pero por supuesto ustedes en Colombia saben que cuando hay un conflicto nada es posible.
¿Y qué es posible?
En tantos países se empieza a notar esta nueva clase global, conectada al mundo, capaz de hacer negocios internacionales, a un nivel que antes considerábamos solo se podía hacer en Occidente. Solo estamos comenzando a ver esto. Imagínese los cambios tecnológicos que veremos en los próximos diez años. Y si usted cree, como yo, que estos cambios tienen que ver principalmente con la difusión del conocimiento, vamos a dar un giro de 180 grados.
Pero no todo es positivo...
Sin duda, habrá muchas dificultades, no pretendo ocultarlo. Pero los problemas más grandes van a estar más ligados a los recursos, al clima, y no los minimizo. Sin embargo, creo que son retos más llevaderos que otros como la guerra, las hambrunas y la pobreza.
¿India es la próxima promesa?
India es al mismo tiempo la más esperanzadora y la más frustrante nación del mundo. Es el país que más debería beneficiarse del estancamiento en China, porque es enorme y muy pobre, con una mano de obra muy barata. Tiene un liderazgo empresarial muy eficiente y muchas compañías indias son de nivel mundial, algunas más poderosas que las chinas. Y, sin embargo, es tan frustrante porque tiene todos los problemas de una democracia. Es decir, cada pequeño grupo tiene su cuota de poder, lo que hace muy difícil adelantar procesos. La infraestructura no se construye, los subsidios no se controlan, el gobierno no consigue poder el fisco en orden, así es que creo que estarán por debajo de lo que podría esperarse, pero aun así les va a ir bien porque tienen una gigantesca demanda doméstica. Tiene un sector privado creativo e innovador que encuentra la forma de salir adelante en medio del caos. Pero tiene muchos cuellos de botella. Y la única forma de lidiar con el desempleo en un país grande, es con la manufactura. Si quiere emplear a millones de personas, esa es la forma de hacerlo. Tiene que ser de clase mundial en su industria.
¿Qué hay de África?
Antes solía pensar que África era un continente olvidado y que la gente no se estaba centrando lo suficiente en las extraordinarias oportunidades que hay ahí. Ahora me preocupa lo contrario, todos parecen tan entusiastas con África y creen que va a ser la siguiente gran historia de crecimiento y siento que hay que ponerle ciertas cualificaciones. Mil millones de personas dentro de poco, con un muy bajo ingreso y muy altas aspiraciones. Claro que va a haber crecimiento, pero los gobiernos deben dejar de cometer graves errores y permitirle avanzar al sector privado.
¿Cuál sería la razón de que crezca?
Con una producción tan alta de materias primas, África sin duda tiene que crecer. La pregunta es si la calidad del gobierno va a estar a la altura de los retos, entre ellos manejar la macroeconomía y la microeconomía y en ese frente, hay muy poco que señalar como un verdadero caso exitoso. Hay un par de lugares, pero en países más pequeños. Ruanda es una historia magnífica, están creciendo 10% al año. Pero es un país de 11 millones de personas. Botsuana también tiene una historia interesante. De nuevo, pequeño país. Los grandes países, Suráfrica, Nigeria, Kenia, tienen retos mucho mayores. Entonces hasta no ver un cambio radical en esos países, no me atrevo a afirmar que África va a ser la próxima promesa. Va a crecer, y quizá porque la imagen del continente sigue siendo negativa, va a sorprender a muchos, pero todavía tiene muchas reformas que hacer.
Ricardo Ávila
Director de 'Portafolio'

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