Por Walter Murcia
“Esto es unidad, porque unidad somos todos”...
"No vamos a hacer falsas promesas”
“siempre voy a estar al lado de las familias salvadoreñas, ese es mi compromiso…para la delincuencia no hay tregua"
Las anteriores frases son extractos de las declaraciones hechas por los principales candidatos que corren por la presidencia en El Salvador; país que celebrará elecciones presidenciales en febrero del próximo año. A pesar que en el Código Electoral se disponga que no se puede hacer campaña
política, sino hasta 3 meses antes de la fecha de elecciones. Y gracias a que el Código Electoral (recien reformado) no define claramente que se entenderá por propaganda. Los principales
candidatos, Salvador Sánchez Céren, candidato por el Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional (FMLN); Norman Quijano, por Alianza Republicana
Nacionalista (ARENA) y Elías Antonio Saca, por el Movimiento Unidad, parecen
haber iniciado la mal llamada “contienda electoral”, expresión que alude más a una especie de lucha centrada en los votos del
electorado.
La forma que toman las elecciones como “contienda” tiene su razón de ser. Principalmente en un país
como El Salvador donde la democracia se reduce a lo minimalista, a lo
procedimental: las elecciones. Amén también al tipo de partidos políticos que
no han logrado institucionalizarse como verdaderas instituciones
representativas de los intereses de la población, sino que son más bien, una especie de maquinarias
electorales.
En la campaña adelantada que se vive en El Salvador, los partidos
políticos y sus candidatos van poco a poco activando todos sus recursos para
atrapar todos los votos posibles.
Los
candidatos ya se encuentran en campaña. No piden directamente el voto, pero en
sus discursos, entrevistas en medios de comunicación, spots, redes sociales, se
autoproclaman futuros presidentes de El Salvador. Y aprovechan en esos espacios, para
referirse a sus promesas de campaña respecto a los principales problemas del país,
es decir, inseguridad, desempleo, pobreza, bajo crecimiento económico,
endeudamiento, y podría seguir la lista…
Para cualquiera de los 3 candidatos
que llegue al poder. Quien sea, recibirá un país con serios desafíos en materia de gobernabilidad.
Cada
uno de los candidatos, como sucede en este tipo de procesos electorales venden
al electorado su visión de país, y recrean una especie de “país de las maravillas” presentándose como “mesías” para sacar al
país del estancamiento en que se encuentra.
Norman
Quijano, candidato por el partido ARENA (partido que gobernó el Ejecutivo durante 20
años - 1989-2009), quien es también Alcalde de San Salvador, centra su campaña invitando al electorado a
“recuperar a El Salvador”. Pero no queda claro para quién lo van a
recuperar. Si para la cúpula partidaria que perdió el Ejecutivo en 2009; para quienes les voten o para
gobernar pensando como nación. En materia de seguridad, Quijano no cree en la
tregua entre pandillas, que el gobierno actual, quiera o no aceptar apoya y la
ha convertido en su estrategia de seguridad. En cambio Norman, quien en su
juventud fue un atleta, le apostaría a la prevención a través del deporte. No obstante, para un problema tan complejo se requiere además de prevención, una estrategia integral centrada en la seguridad humana y en fortalecer a las instituciones de los sectores, seguridad y justicia. Pero también promover la educación y la cultura, una gran deuda en este país.
Sánchez
Céren, el profesor y ex guerrillero, miembro de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) una
de las organizaciones que conformaron el Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN) en el conflicto armado que atravesó El Salvador. Y quien actualmente es Vicepresidente de El Salvador, y en su momento fungió también como Ministro de
Educación. Para este candidato, El Salvador transita por una época histórica. De esa manera caracteriza al actual gobierno del FMLN. Es cierto lo de histórico, por primera vez llega la izquierda al poder luego de firmarse los Acuerdos de Paz. Pero lo cierto es que para buena parte de la población, el "cambio" que se prometió no se materializó como se vendió en la campaña electoral. Sánchez Céren, le apuesta a la
continuidad de los programas sociales y propone que para eliminar el circulo vicioso de
bajo crecimiento en este país, se le apueste a la productividad nacional.
Algunos
opinan que el actual
gobierno,
no es en su totalidad un gobierno del FMLN, dada la distancia del Presidente
Mauricio Funes con el partido que lo llevo al poder. Lejos de estos argumentos,
Funes deja una lección importante para quien sea el próximo presidente de El
Salvador: intentar gobernar para El Salvador y no respondiendo a un
determinado partido
político o sector. Digo "intentar" porque Funes llega al poder apoyado por el movimiento "Amigos de Mauricio" y como una especie de pago de favores, ha colocado a algunos de esos "amigos" más allegados en puestos claves dentro de su gobierno. Además de otorgarles ciertas preferencias en licitaciones públicas como el caso de la empresa de seguridad privada COSASE.
Pero en líneas generales, se ha presentado como el "presidente de los salvadoreños" y no de un partido (por lo menos en el imaginario discursivo). Al contrario de lo que caracterizó a los gobiernos de ARENA que claramente respondían a los intereses de la cúpula empresarial y dirigentes del partido.
Es clave que el próximo presidente busque acuerdos con todos los sectores de la sociedad. Todos!
Pero en líneas generales, se ha presentado como el "presidente de los salvadoreños" y no de un partido (por lo menos en el imaginario discursivo). Al contrario de lo que caracterizó a los gobiernos de ARENA que claramente respondían a los intereses de la cúpula empresarial y dirigentes del partido.
Es clave que el próximo presidente busque acuerdos con todos los sectores de la sociedad. Todos!
El tercer candidato, Elías Antonio Saca, conocido popularmente por Tony Saca, fue
presidente de El Salvador entre
2004-2009. Es empresario de medios y a pesar de concluir su mandato en 2009, se
dedicó a través de sus cadenas de
radios a proyectarse sutilmente en la política salvadoreña.
Este candidato por el movimiento Unidad, argumenta
que la falta de liderazgos en el país, lo llevo a lanzar nuevamente su candidatura. Se presenta como una opción para
romper con la polarización en el país. Teniendo en cuenta que las elecciones
presidenciales en El Salvador históricamente se definieron entre los partidos
tradicionalmente mayoritarios, ARENA y el FMLN. Saca confía en convertir al
movimiento Unidad en la primera fuerza política del país.
La
gestión de Saca como presidente se caracterizó por un gobierno con “sentido
humano” donde “lo social era la base de todo”.
Así
como fue
cercano a la gente, también se puso en evidencia que fue un gobierno
cercano a la corrupción: obras inconclusas, funcionarios
de su gobierno con conexiones
con el crimen organizado, narco-barriles, narco-funcionarios… de acuerdo con los cables diplomáticos dados a conocer por Wikileaks,
la Embajada de
Estados Unidos en El Salvador desconfiaba de la probidad de Saca,
por ello, los flujos de cooperación internacional de este país se redujeron.
![]() |
De izq a der: Tony Saca, Salvador Sánchez Céren y Norman Quijano. |
Así
las cosas, entre estos tres candidatos se encuentra el futuro
presidente de El Salvador. A menos de 7 meses para celebrar las elecciones, los
candidatos tienen el gran desafío de no ofrecer más de lo mismo. Sin embargo,
no se observan mayores cambios en las promesas de campañas, que van desde la necesidad de
reactivar el agro hasta la promesa que la selección de fútbol de El Salvador
clasifique a un mundial.
En
democracias minimalistas, el ciudadano solo importa en período de elecciones.
En El Salvador, tal cosa ocurre. En tiempos electorales, los candidatos están
conscientes de las necesidades de la población. Realizan giras por todo el
país, se vuelven cercanos al “pueblo”, parecen tener claridad de lo que
conviene para el país. Pero
pasadas las elecciones se vuelven como cáscaras vacías. Las promesas se
esfuman.
Los tiempos
cambian. La
sociedad salvadoreña tiene una gran responsabilidad en la forma como se ha
venido haciendo política en este país. Valdrá
la pena que la ciudadanía consulte a los
candidatos cómo se concretarán las promesas de campaña, exigiendo propuestas de
políticas públicas claras.
Es
positivo para la democracia salvadoreña que en los
últimos años, han surgido diferentes expresiones desde la sociedad civil
particularmente de jóvenes que reclaman mayor acción de parte de las instituciones
del Estado y que se respete la institucionalidad. A pesar de ello, los políticos
descaradamente continúan abusando de su poder y manejan al Estado a su
conveniencia. Por lo que el reto para este tipo de organizaciones será además de quejarse. Proponer y actuar conjuntamente con sus pares, sobre la base de las necesidades del país, y no sobre agendas partidarias de corto plazo.
Valdría
la pena que la sociedad salvadoreña asuma su parte. Y esto empieza por entender
que la democracia no solo se limita al ritual de las elecciones cada cierto período, y que los "políticos" no vean al Estado, como el gran botín.
Todo esto puede sonar idealista. Pero si no se comprende que la democracia no se constuye sola sino que requiere participación ciudadana y avanzar en lo que supone el mundo democrático (rendición de cuentas, transparencia, libertad de expresión, derechos humanos, etc.) Se cae en la simpleza de castigar o premiar a quienes nos representan en cada elección. Limitando a la democracia, que va más allá de las elecciones, a una fiesta "cívica", a un ritual. El divorcio entre el ciudadano y la política no permite que la llama del “espíritu democrático” que se enciende en vísperas de elecciones perdure en el tiempo y se transite a una democracia más allá de su dimensión electoral.
Todo esto puede sonar idealista. Pero si no se comprende que la democracia no se constuye sola sino que requiere participación ciudadana y avanzar en lo que supone el mundo democrático (rendición de cuentas, transparencia, libertad de expresión, derechos humanos, etc.) Se cae en la simpleza de castigar o premiar a quienes nos representan en cada elección. Limitando a la democracia, que va más allá de las elecciones, a una fiesta "cívica", a un ritual. El divorcio entre el ciudadano y la política no permite que la llama del “espíritu democrático” que se enciende en vísperas de elecciones perdure en el tiempo y se transite a una democracia más allá de su dimensión electoral.
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(Aclaración: son 5 candidatos inscriptos. Pero en este artículo solo se hace referencia a los 3 candidatos principales que de acuerdo a las últimas encuestas estarían disputando la presidencia)
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