22 feb 2013

Los riesgos del “latino optimismo”

Especial para Infolatam por Rogelio Núñez.
América latina vive un momento excepcional: crecimiento económico, caída de las tasas de pobreza y estabilidad política. Sin embargo, ya han surgido voces que alertan sobre la posibilidad de que la región se duerma en los laureles y pueda morir de éxito.

Entre esas voces destaca la del Secretario General Iberoamericano, Enrique V. Iglesias, quien ha advertido contra el “latino optimismo” que se ha generado ante la resistencia de Latinoamérica a la crisis financiera global, cuando en realidad la región necesita reformas importantes y favorecer su integración.
El auge del latino-optimismo

En los últimos años se han podido escuchar declaraciones autocomplacientes de muchos dirigentes regionales, aunque reconociendo que se está en la mitad del camino y no en la meta final.

“Aquí en America Latina tenemos lo que Europa requiere”, dijo el mes pasado el Presidente de Colombia durante la cumbre Celac-UE. Al reiterar que la actual es la Década de América Latina, el Presidente Juan Manuel Santos consideró que ahora el gran reto es ver “cómo hacemos para poder prolongar ese buen momento”.
En esa misma cita, el presidente anfitrión,Sebastián Piñera se enorgullecía de que “antes lo que se discutía era cuánta ayuda (recibiríamos), y ahora lo que se discute es cuánta integración, cómo juntar fuerzas para enfrentar los desafíos que compartimos … América Latina ha aprendido de sus errores y está en un proceso de franco renacimiento. Hemos recuperado nuestras democracias que fueron escasas en décadas muy recientes …Hemos recuperado el crecimiento y América Latina ya lleva una década de crecimiento. Hemos logrado recuperar los equilibrios macroeconómicos y la responsabilidad en la manera en que enfrentamos nuestros problemas y nuestros desafíos. Hemos logrado una mucho mayor integración hacia el mundo, pero todavía nos queda un largo camino por recorrer”.
Fuera de la región todo son parabienes.

Así por ejemplo, Benita Ferrero-Waldner, excomisaria de relaciones exteriores de la Unión Europea quien ahora dirige una fundación dedicada a la profundización de las relaciones entre ambas regiones,la Fundación EU-LAC, reconoce que “es la década de América Latina, como dice Luis Alberto Moreno, presidente del BID. La región ha mejorado mucho en la reducción de la pobreza y, hoy, buena parte de sus habitantes ya son clase media, a lo que sin duda han contribuido un crecimiento económico constante y sólido, así como un fortalecimiento institucional. Al mismo tiempo América Latina ha aprendido de sus crisis anteriores y en general ha seguido una política económica y fiscal de consolidación de presupuestos, lo que les ha hecho más resistentes en esta crisis económica mundial”.

Las cuentas pendientes
Ante esa avalancha de exitismo, algunas voces se han levantado para reclamar una administración adecuada de este momento de bonanza a fin de poner la bases del futuro crecimiento. Enrique Iglesias ha puesto el dedo en la llaga cuando insiste en que “tenemos que tener cuidado con el latino optimismo”, ya que la economía de la región no puede caer, como en el pasado, en una dependencia de las materias primas pese a los precios elevados de los que se ha beneficiado en los últimos años.A su juicio, hay que trabajar sobre todo en la formación y en el desarrollo tecnológico para modificar el modelo económico, así como proceder a “una reforma del Estado”, y “en esta línea, la integración (de América Latina) adquiere un valor importante”.
En esa mima línea iba Fernando Molina cuando en Infolatam alertaba sobre que “Latinoamérica vive en un momento económico tan extraordinario, que los humos se han subido a las cabezas de sus líderes. Ahora éstos se dan el lujo de mirar desde arriba a las mismas grandes potencias que en el pasado trataban de cortejar … Esta ridiculez es un síntoma del rebrote de la tradicional tendencia latinoamericana a sentirse “elegida” y a mirarse el ombligo.
Las causas de tal rebrote están bien identificadas: Por un lado, como hemos dicho, el insólito avance de los indicadores macroeconómicos de la región, los superávits en las distintas “balanzas” nacionales y en las cuentas fiscales, la liquidez interna y la poca necesidad de crédito externo, etc. Por el otro, el que los gobiernos presenten estos resultados como un mérito propio (“lo estamos haciendo bien”, “hemos aprendido las lecciones del pasado”), a fin de poder jactarse de ellos y sacarles rédito político”.
América latina debe impulsar reformas estrcuturales para asentar su crecimiento

Y Rebeca Grynspan, Secretaria General Adjunta de la ONU y Administradora Asociada del PNUD, en un seminario en la Casa de América, Madrid apuntaba que si bien “hoy 26 países de América Latina y el Caribe son clasificados como economías de renta media. Solo un país aun mantiene el estatus de país de bajo desarrollo (Haití), y cinco han ascendido a ser países de ingresos altos (Bahamas, Trinidad y Tobago, Barbados, Bermuda y Chile). Sin embargo, quedan enormes retos en la región y no podemos tirar las campanas al viento”.

Así pues la región debe encarar ahora, cuando hay margen para hacerlo, reformas estructurales que la coloquen en una sólida posición para cuando lleguen las vacas flacas que inevitablemtne suelen llegar como bien está comprobando ahora Europa y en su día, en los 80 y a finales de los 90, la propia América latina. Son reformas de amplio espectro pues abarcan lo político, lo social y los económico.
Dede el punto de vista geopolítico los procesos de integración no gozan de buena salud y América altina siempre acude dividida o escasamente coordinada a los foros internacionales. “No se puede hablar de una política internacional común. América Latina está más dividida que nunca, con un número creciente de conflictos bilaterales que ya no responden sólo a la lógica fronteriza, sino que tienen que ver con motivos económicos y políticos. Para colmo, en el afán de expander su proyecto político más allá de sus fronteras, o de consolidarlo puertas adentro, los países del ALBA no reniegan a la violencia (carrera armamentista, reparto de armas a grupos afines, etc.), lo que aumenta la inestabilidad regional y la sensación de incertidumbre.”, recuerda Carlos Malamud.
Además, como aseguraba el propio Malamud en un artículo en Nuso “la integración latinoamericana no pasa por su mejor momento. Pese a todas las declaraciones públicas, el desarrollo de un gran número de conflictos bilaterales es el mejor síntoma de una realidad sumamente complicada. De forma esquemática, puede decirse que los factores que impiden avances concretos son tanto de exceso (de retórica y de nacionalismo) como de déficit (de liderazgo). En relación con esta última cuestión, se hace cada vez más necesaria una coordinación creciente entre Brasil y México, de modo que los dos principales países de la región puedan cumplir cabalmente el rol que deberían cumplir”.
En el aspecto político las democracias nacidas en los 80 han alcanzado la mayoría de edad sin grandes sobresaltos en la mayoría de los casos aunque en algunos países se percibe un deterioro del modelo democrático por debilidades del sistema o porque han surgido lidrazgos populistas que acentuan el personalismo por encima de las instituciones.
Para Daniel Zovatto a las múltiples asignaturas pendientes de ela región (“las debilidades en infraestructura, la baja inversión en investigación y desarrollo, la falta de competitividad, y los preocupantes niveles en relación con la calidad de nuestra educación son algunas otras que no podemos soslayar en nuestro análisis”), hay que unir las falencias institucionales.

En este sentido, subraya que “nuestras democracias acusan importantes déficits y grados diversos de fragilidad, así como tremendos desafíos, entre los que destacan los problemas institucionales que afectan la gobernabilidad y el Estado de derecho, la independencia y la relación entre los poderes, la corrupción, el funcionamiento de los sistemas electorales y del sistema de partidos políticos, así como los graves problemas de inseguridad ciudadana.El debate en nuestros días no es, como en el pasado, entre democracia o autoritarismo o bien entre democracia formal y democracia real”.




Falta de institucionalidad, pobreza y desigualdad, graves retos para la región

Para el Director Regional para América Latina y el Caribe de IDEA “el debate de nuestros días se concentra, por el contrario, en la calidad de la democracia; en cómo construir más y mejor ciudadanía; en cómo pasar de una democracia electoral a una de ciudadanos y de instituciones; en cómo conciliar democracia con desarrollo en el marco de sociedades con mayores niveles de cohesión social y mayor equidad de género; en cómo buscar una relación más estratégica entre el mercado y el Estado y una más funcional entre Estado y sociedad; en cómo lograr que la democracia dé respuestas a nuevos tipos de demandas provenientes de sociedades más complejas, más modernas, más urbanas; en cómo hacer funcionar de manera eficaz la democracia en un contexto internacional globalizado. Temas todos ellos que, como se puede observar, constituyen problemas de la democracia que deben discutirse en democracia, y cuya solución debe encontrarse de manera democrática”.
Muy vinculado a muchos de estos retos se encuentra el déficit educativo de la región. La inversión en educación es clave para que la región dé un salto cualitativo, como lo han hecho países de Asia como Corea del Sur y la propia China. Por eso, Enrique Iglesias no se cansa en recordar que “esta es la década de América Latina, pero hay que tener cuidado porque se necesita algo del país, de la región y del mundo (es necesario) incluir la educación de calidad, la innovación y la tecnología”.
En el terreno económico al sexenio virtuoso (2003-2008) le siguió, tras la caída de 2009, un nuevo periodo de crecimiento pese a las turbulencia internacionales (2010-2013).De hecho, Grynspan reconoce que “en los últimos 10 años salieron más de 50 millones de personas de la pobreza. La mayor parte se benefició del dinamismo del mercado laboral –particularmente en remuneraciones de varones, de 25 a 49 años de edad, en áreas urbanas, en los sectores de servicios de la región—y en menor medida por transferencias sociales y el dividendo demográfico”.
Pero a la vez recuerda que “un estudio reciente del PNUD analiza cuanto más se lograría con “más de lo mismo” (mas crecimiento económico con la actual estructura laboral): el resultado muestra retornos decrecientes en los próximos años, porque los bolsones de pobreza se concentran en grupos que están excluidos de los mercados laborales más dinámicos que no se compensan con transferencias y redes de protección social existentes –esto incluye a jóvenes que ingresan al mercado laboral, a mujeres que sostienen una doble carga laboral dentro y fuera del hogar, a habitantes de sectores rurales y a pueblos indígenas y poblaciones afro-descendientes que sistemáticamente no se benefician de la misma manera del auge agregado. Para avanzar, se requiere de acciones deliberadas de apoyo a los jóvenes y a las mujeres, y transformaciones en el sector de servicios y de manufacturas a través del impulso a las cadenas de valor en las economías de la región”.
Puede ser, o no, que esta sea la década de América latina pero lo que parece seguro es que en estos diez años deben ponerse las bases del bienestar de las siguientes décadas.

Fuente: http://www.infolatam.com/2013/02/21/los-riesgos-del-latino-optimismo/

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