A más de 10
años de los atentados del 11-S, es
difícil olvidar esa imagen de los aviones estrellándose contra uno de los símbolos más importantes de la comunidad occidental y el capitalismo financiero. Como dice el
evangelio de San Mateo, “todo fue en un abrir y cerrar de ojos”. Dichos atentados además que pusieron en
evidencia el regreso de la religión a la política internacional en clave de
violencia globalizada. Reflejo también las divisiones existentes entre civilizaciones.
Vivimos en un mundo de imágenes, las cuales construyen significados e identidad, así como justifican acción. Para algunos, la palabra fundamentalista, automáticamente la relacionan al mundo árabe-musulmán. A pesar que es en los Estados Unidos donde surge dicho término. Por lo que vale la pena preguntarse, si cuando Estados Unidos invade o ataca otro país, y apela al nombre de Dios, disfrazándolo de libertad, no cae en el mismo nivel de la yihad islámica.
Vivimos en un mundo de imágenes, las cuales construyen significados e identidad, así como justifican acción. Para algunos, la palabra fundamentalista, automáticamente la relacionan al mundo árabe-musulmán. A pesar que es en los Estados Unidos donde surge dicho término. Por lo que vale la pena preguntarse, si cuando Estados Unidos invade o ataca otro país, y apela al nombre de Dios, disfrazándolo de libertad, no cae en el mismo nivel de la yihad islámica.
Como señala Mark Juergensmeyer, las ideas e imágenes de violencia no son
monopolio de una sola religión, cualquier culto puede aportar la base ideológica
para estos ataques en el entorno global contemporáneo. Los
fundamentalistas protestantes que toman literalmente la Biblia, amparados en
ideas como el “pueblo elegido”, buscan que Estados Unidos cumpla su papel
mesiánico en el mundo a la espera de la segunda venida de Cristo.
En el cristianismo, a pesar de tener como referencia a Jesús quien predicó amor y tolerancia. Predominan diferentes corrientes de pensamiento, pero quizás predomina entre los grupos más radicales, una visión apocalíptica del mundo, una lucha entre el bien y el mal. Este ensayo hace un acercamiento al cristianismo fundamentalista protestante en Estados Unidos y resalta cómo Bush, un “nacido de nuevo”, se vale del contexto que dejan los atentados, e incorpora el factor “Dios” a sus discursos para justificar y legitimar la guerra contra el terrorismo, como parte de un mandato divino, pero que tiene otras consecuencias.
En el cristianismo, a pesar de tener como referencia a Jesús quien predicó amor y tolerancia. Predominan diferentes corrientes de pensamiento, pero quizás predomina entre los grupos más radicales, una visión apocalíptica del mundo, una lucha entre el bien y el mal. Este ensayo hace un acercamiento al cristianismo fundamentalista protestante en Estados Unidos y resalta cómo Bush, un “nacido de nuevo”, se vale del contexto que dejan los atentados, e incorpora el factor “Dios” a sus discursos para justificar y legitimar la guerra contra el terrorismo, como parte de un mandato divino, pero que tiene otras consecuencias.
La
Fe en la identidad nacional estadounidense
No se podría entender el comportamiento de los Estados Unidos en el sistema internacional tanto en el pasado como en el presente, sin tomar en cuenta el papel que han tenido los preceptos protestantes, los cuales fueron parte fundamental en la configuración de este país como nación. Desde los primeros colonizadores conocidos como los “Padres Peregrinos” existía una autopercepción de “pueblo elegido” (el nuevo Israel de Dios) otorgado para ellos, por la providencia. A partir de entonces, va a cobrar fuerza la identidad mesiánica de Estados Unidos desde una clave escatológica, mesiánica y milenarista. “La llegada de los nuevos colonos a América significaba la segura derrota de Satanás…”[1] Cuando los líderes revolucionarios hablaban de “libertad” usaban un término que ya tenía implicaciones religiosas: se asociaba con la gracia divina, la libertad de los hijos de Dios, el libre acceso a los Evangelios, entre otras. Estaba relacionado con temas como el reino de Dios, en que terminaría toda opresión, y con el mito de un pueblo elegido que llegaría a ser el instrumento divino en la transformación del mundo.[2]
Con el tiempo, con más impulso a partir de la revolución norteamericana,
el factor “Dios” se fue entretejiendo
con los valores, identidad y cultura política norteamericana, con lo que Lipset
ha definido como el credo americano: el antiestatismo, individualismo,
populismo e igualitarismo[3]. América inglesa fue poblada por hombres que, después
de haberse sustraído a la autoridad del papa, no se habían sometido a ninguna
supremacía religiosa. Llevaban, pues, al Nuevo Mundo (al Nuevo Israel) un cristianismo que yo no podría pintar mejor
que llamándolo democrático y republicano.[4]
Esta dimensión pública religiosa es
expresada en un conjunto de creencias, símbolos y rituales a los que Robert Bellah,
denominó la “religión civil americana”. Se ha llegado a equiparar la revolución
norteamericana con el final del Éxodo, y la Declaración de Independencia con la
Biblia. En la mentalidad americana esta muy presente la idea de la muerte como
sacrificio como parte esencial de la religión (ejemplo: el monumento Arlington National
Cementary). Y así otros símbolos, como el himno nacional, los billetes, que incorporan
la fe como parte de los valores que han sido interiorizados por la sociedad
estadounidense.
Dada esa carga “espiritual” que caracteriza a esa sociedad, no es
casualidad que en esta nación haya surgido un concepto, muy de moda en nuestros
días, el fundamentalismo. El cual sintéticamente puede ser definido como una
lectura rígida de las escrituras fundacionales. Mientras una parte de la
tradición protestante de Estados Unidos comenzó a adoptar premisas
racionalistas en la interpretación bíblica, otras vertientes comenzaron a
nuclearse en torno al principio de la infalibilidad de las Escrituras
Cristianas, como principio absoluto. Dicha corriente es conocida como
evangélica en el ámbito anglosajón.[5]
Como una reacción frente al modernismo se produjo una reacción que se aferraba a la Biblia como única referencia ética, política y cultural. A comienzos del siglo XX, algunos protestantes comenzaron a llamarse “fundamentalistas” para distinguirse de los liberales, que en su opinión estaban tergiversando la fe cristiana. Entre 1910 y 1915, los magnates del petróleo, Liman y Milton Stewart, fundadores del Instituto Bíblico de Los Ángeles, financiaron un proyecto destinado a educar a los creyentes sobre los dogmas establecidos y para lo cual publicaron una colección de doce folletos titulada “The Fundamentals: A Testimony of the Truth”, que planteaban una interpretación literal de los fundamentos de la fe cristiana, la inminencia del regreso de Jesucristo, y el pensamiento protestante contra la modernidad y el liberalismo. Estos libros se enviaron gratuitamente a todos los pastores, profesores y estudiantes de teología de los Estados Unidos.[6]
El fundamentalismo de principios del siglo XX es el eje político en el que se vertebran las posiciones de gran parte del conservadurismo político-religioso en los Estados Unidos. Este fundamentalismo, en dos aspectos es una herencia del puritanismo: defiende la importancia del respeto a la ley divina a nivel de la comunidad y el destino manifiesto del pueblo elegido y predestinado.[7] Este movimiento institucionalizado en 1919-20 congregaría una serie de movimientos, no solo a protestantes-evangelistas, sino también a algunos grupos católicos. Durante muchos años, los evangelistas protestantes americanos se mantuvieron al margen de la política. En lugar de desaparecer, empezaron a fundar nuevas organizaciones y redes dirigidas por una nueva generación de evangelistas. Los fundamentalistas también crearon sus propios imperios editoriales y de radiodifusión. Cuando llegó la televisión en los cincuenta, Billy Graham, Rex Humbard y Oral Roberts iniciaron sus ministerios como “telepredicadores” y remplazaron a los viejos evangelistas itinerantes.[8]
Al paso de unas décadas, de un movimiento de protesta, paso a
transformarse en un movimiento socio-religioso, de profundas implicaciones
políticas. Particularmente en reacción a los movimientos contracultura de
finales de los sesenta. El fundamentalismo y conservadurismo se agrupó en torno
a un movimiento denominado la “Derecha Cristiana”[9], que se constituyó en un
grupo de interés clave en el interior
del partido republicano para incidir en temas como la prohibición del aborto y la prohibición de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Este grupo lo integran el movimiento evangélico blanco, compuesto por
fundamentalistas, calvinistas, carismáticos, incluso cristianos “nacidos de
nuevo”. Y se conforma por organizaciones como la Mayoría Moral, la Voz
Cristiana, la Mesa Redonda Religiosa y la Coalición Americana por Valores
Tradicionales, Liga de América, Cruzada cristiana, entre otros.
Dentro de las figuras más importantes que fundaron la Derecha Cristiana
se encuentran Richard Viguerie, Paul Weyrich, Howard Phillips, así como
reconocidos tele-evangelistas, Pat Robertson y Jerry Falwell. Este último, fue
el fundador de la Mayoría Moral, que buscaba un nuevo despertar religioso centrado en la renovación de la clase
dirigente norteamericana que permitiera reorientar a la nación en el
cumplimiento del mandato divino de iluminar al mundo. Para este predicador
fundamentalista, Estados Unidos se encontraba en declive porque había dado la
espalda a los valores morales y religiosos.
La nueva derecha estaba de acuerdo con el unilateralismo de Estados
Unidos en las relaciones internacionales y el militarismo, en línea de
revitalizar el papel mesiánico que se atribuía a ese país.
El liderazgo de la nueva derecha cristiana se expresó al ser el soporte
religioso de la campaña presidencial de Ronald Reagan en 1980. Esta agrupación
concebía la lucha anticomunista como una cruzada religiosa contra el ateísmo.
Falwell respaldó explícitamente al programa “guerra de las galaxias” orientado
a la construcción de un escudo antimisilístico. Algunos grupos eran enemigos de
cualquier acuerdo con la URSS, a la que siempre habían considerado un “imperio
satánico”. Para el predicador James Robison, “cualquier prédica pacifista
previa al retorno (de Cristo) es una herejía… va contra la palabra de Dios; es
anticristiana".[10]
La Nueva Derecha Cristiana cultivó
estrechos vínculos con Israel, mediante un discurso que enfatizó la tradición
común vetero-testamentaria, y las relaciones entre el milenarismo y el
mesianismo judío como justificación del papel rector norteamericano en el
mundo.[11] Dicha
alianza ha sido respaldada por pastores y teólogos fundamentalistas, tomando en
cuenta que para el cumplimiento de la promesa bíblica de la segunda venida del
Mesías, debe existir un estado de Israel –judío. Por otro lado, otros
cristianos se sienten obligados a aceptar a Israel, por lo establecido en el
Génesis 12:3: «Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan.
Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra. Basado en este
versículo, y otros intereses, se justifica el respaldo
político de la derecha cristiana a toda política exterior norteamericana
proisraelí.
Derek H. Davis propone cinco claves para entender las bases ideológicas
de la Derecha Cristiana: a) Calvinismo, es el fundamento de base, puesto que la
regeneración que se persigue está siempre referida a cómo entiende tal evento
el calvinismo. b) La Ley Mosaica es la que debe regir las conductas
individuales, familiares, eclesiásticas, económicas y gubernamentales. c) La
existencia de Dios, la verdad de la Biblia, etc. son incontestables. d) Orden
social descentralizado: minimizar el Estado y dar el poder al individuo, a la
familia, a la iglesia y a las estructuras locales. e) Pos milenarismo: es la
creencia de que Cristo retornará después de un periodo de paz de mil años, como
se describe en el Apocalipsis.[12]
El “revival” de la violencia sagrada
El siglo XXI inicia con los ataques terroristas del 11-S en Estados Unidos,
como un estreno de película, millones de personas fueron parte de dicha
tragedia a través de las cadenas globales de noticias que transmitieron en vivo
dicho acontecimiento. Desde un inicio la tragedia fue calificada como
terrorismo y automáticamente se relacionó con lo árabe y musulmán. No era el
primer atentado terrorista en territorio estadounidense, pero no habían sido
de tal magnitud. Posterior a los atentados, se identificó que los responsables
formaban parte de una célula terrorista islámica yihadista (Al Qaeda).
Para algunos representantes del mundo protestante en Estados Unidos, los
ataques terroristas fueron un castigo de Dios, una señal de los últimos
tiempos. Los resultados de esta tragedia se han circunscrito no sólo en atemorizar a la población civil sino
en la búsqueda de apoyo político y
re-encauzarlo hacia una causa mítico-apocalíptica generando fervor
y entusiasmo.[13]
El contexto marcado por alta dosis de
milenarismo, significó una ventana de oportunidad para que los sectores de la
derecha cristiana conservadora reaparecieran en la escena política. Falwell y
Robertson aprovecharon la tragedia para reocupar el espacio mediático. Los
círculos cristianos fundamentalistas desarrollaron una teología de Armagedón[14],
que hablaba de una lucha atómica final entre el reino de Dios y el reino del
mal.
La predicación del oficio religioso en honor de los caídos el 11 de
septiembre fue encargada al reverendo Billy Graham, que hizo un llamamiento al
arrepentimiento de Estados Unidos. Dijo que si Estados Unidos quería volver a
vivir bajo la protección del Dios "de Israel", tenía que arrepentirse de sus
pecados y seguir defendiendo el derecho del Estado de Israel a existir[15], manifestando: “Hemos pecado contra el Dios Todopoderoso (…) te hemos escupido en
tu propia cara. La Suprema Corte te ha insultado una y otra vez. Señor, han
expulsado tu Palabra de las escuelas. En las escuelas del Estado han prohibido
que los niños puedan levantar una plegaria antes de hacer un examen. Han
expulsado todo lo que tiene que ver contigo de la mejor forma que han podido y
varias organizaciones han venido a las cortes a solicitar que se prohíba el
conocimiento de Dios en la arena pública de Estados Unidos. ¡Perdónanos!”.
En la misma ceremonia, Jerry Falwell mencionó: “Yo creo que los paganos,
los abortistas, los feministas, los homosexuales y lesbianas, quienes están
activamente tratando de hacer de sus prácticas un estilo de vida alternativo,
además de la gente de la Unión de Libertades Civiles de América (ACLU), la
gente de People For the American Way,
y todos aquellos que han tratado de secularizar a Estados Unidos, yo los señalo
a la cara y les digo que ellos han ayudado a que todo esto [los atentados del
11 de septiembre] suceda(…).
Las explicaciones y creencias en términos apocalípticos no es algo nuevo
en ese país. Para la guerra civil (1861-1865) los estadounidenses del norte
creían que el conflicto purificaría a la nación; los soldados cantaban “la
gloria del advenimiento del Señor”[16]. Los predicadores hablaban
de un inminente apocalipsis, de una
batalla entre la luz y la oscuridad, entre la libertad y la esclavitud.
Preveían un nuevo designio divino y un nuevo hombre que surgiría, como un ave
fénix.[17]
Aunque Estados Unidos sostiene la separación de la religión y la
política, ningún presidente se ha declarado indiferente a la religión. Más del
90% de norteamericanos afirma creer en Dios, un 82% cree en la vida eterna, el
cumplimiento dominical es de un 60%, y otro 60% dice que cada día reza.
Aproximadamente un 60% de la población se declara protestante, un 25% católica,
y el resto de otras confesiones.[18]
George W. Bush, llega a la presidencia por un amplio apoyo de la derecha
cristiana. Bush, al igual que Carter son "cristianos renacidos". Antes de llegar
a la presidencia, Bush le manifestó al predicador Robinson en 1998: “He oído
una llamada. Sé que Dios quiere que me presente a las elecciones
presidenciales”[19].
El 11-S marco una redefinición de la política exterior y de seguridad de
Estados Unidos. A partir de estos acontecimientos se fue construyendo la imagen
de nuevos enemigos y amenazas, así como nuevas alianzas. “La construcción del enemigo ha sido vital
para la formulación de la política exterior de los EE.UU. durante buena parte
del siglo XX, y ha sido una construcción fundamental para que EE.UU. tuviera
una política consistente. Cuando careció de enemigos, se dispersó y tuvo
políticas erráticas”[20]. Por lo que el terrorismo con rostro de
islamismo fundamentalista se convirtió en
el nuevo enemigo. Esa construcción fue tomando forma a través de los
discursos del presidente Bush y las estrategias y documentos de política, en
los cuales se incorporaron elementos teológicos, referencia a Dios, al papel
mesiánico y excepcional del “pueblo elegido”.
Posterior al 11-S, Bush consideró que los acontecimientos fueron una
desgracia nacional, "Ha sido un acto de guerra. La libertad y la democracia
han sido atacadas....El terrorismo
contra nuestro país no quedará impune. Aquellos que han cometido estas acciones
y aquellos que las protegen pagarán un precio muy alto por lo que han hecho...[21]” La guerra que nos espera es una lucha
monumental entre el bien y el mal... Será larga y sucia... Aquellos que nos han atacado han elegido su propia
destrucción.... Dios está con nosotros.... Dios bendiga América”.[22]
La “guerra contra el terrorismo” parecía cada vez más que era interpretada como
una operación de redención global.
La Administración Bush se valió de diferentes recursos para influir en la
opinión pública nacional como internacional para obtener los apoyos necesarios
que dieran la legitimidad de la guerra. Tanto Afganistán e Irak dan
cuenta de esa lógica. La política exterior de Bush apeló a un mensaje con
sentencias apocalípticas, morales y teológicas, como alusiones entre “el bien y
el mal”, y otros elementos de la doctrina evangélica para que muchos cristianos
concibieran a su propia nación como responsable de una misión divina. El
pensamiento apocalíptico se alimenta del fundamentalismo protestante. Imágenes
de catástrofes, terrorismo y guerras son las favoritas de la industria cultural
norteamericana que se han encargado de ir recreando en el pensamiento
colectivo, para que coincidan con un escenario que coincida con los “últimos días”.
El fundamentalismo religioso siempre ha estado vinculado al milenarismo y
a la mentalidad apocalíptica del fin del mundo. Se alimenta de la literatura
apocalíptica de la Biblia que se encuentra en libros como Isaías, Ezequiel y Daniel. Esta visión maniquea del fundamentalismo se puede encontrar en el
Apocalipsis 16,16-21 que habla del Armagedón como el lugar de la gran batalla
en el que quedará manifiesto para siempre el triunfo del bien y la destrucción
del mal. Algunos fundamentalistas cristianos suponen que la conflictividad en
el Medio Oriente, es un prerrequisito para el retorno del Mesías.[23] Según un sondeo de Time/CNN, el 59% de los
norteamericanos piensan que los acontecimientos descritos en el Apocalipsis se
van a producir, y el 25% cree que los atentados del 11 de septiembre estaban
predichos en la Biblia.[24]
Kepel no se equivocaba en su planteamiento de que “Dios vuelve a la
política". No existe duda, que a través de la religión se han instrumentalizado diferentes intereses a lo largo de los tiempos. “Dios” es lo que la sociedad hace de él,
existen muchos “Dioses”. Diferentes gobiernos en el nombre
de Dios han legitimado actos violentos. A partir del 11-S esto se
puso de manifiesto en la política del presidente Bush. Al plantear en tono
profético, un eje del bien y del mal, daba la pauta para incluir a los países
que consideraba una amenaza para su seguridad internacional. La religión presta
argumentos que pueden resultar cómodos y eficaces. El ejemplo más claro de la
justificación religiosa de la violencia se encuentra en la decisión de invadir
Irak en 2003. Se busco por todos los medios satanizar al enemigo, Saddam, armas
de destrucción masiva, violaciones a los derechos humanos, factores esencialmente políticos y no
religiosos. Nada raro, parte de la tradición estadounidense de incluir en su política exterior una dosis de "fe" en su misión
mesiánica ante el mundo.
A pesar que muchos países se opusieron a la invasión de Irak, Bush se
lanzó a la guerra con el apoyo de movimientos religiosos evangélicos que habían
cobrado fuerza en los años de la primera guerra del Golfo. Como los grupos de
la Derecha Cristiana, Coalición Cristiana y el Sionismo Cristiano que ejercen
una gran influencia en la política nacional y la política exterior de este país, sobretodo hacia Medio Oriente, región en la que tienen intereses
no solo de tipo religiosos sino también de tipo económico. Es evidente que en
la guerra de Irak, hubo una mezcla
de intereses económicos, como en las cruzadas.
A pesar del apoyo recibido a nivel domestico por agrupaciones religiosas, dicha
operación militar realizada en Irak en nombre de la paz, no tenía ninguna legitimidad frente a la comunidad internacional.
Como pasa en este tipo de acontecimientos, la guerra contra el terrorismo estaba y continúa firmemente
enraizada en mentiras y violencia[25].
El recurso a la religión otorgo un mayor margen de legitimidad a las acciones
emprendidas por este país a nivel nacional principalmente. Desde su autoproclamación como “pueblo
elegido”, Estados Unidos tiene la misión de llevar sus principios universales por todo el mundo, como Johan Galtung menciona, por mandato de Dios y
responsabilidad “cuasi-divina”. Es claro entonces que nos encontramos frente a
un fenómeno de "religionización de la política", a partir del cual la
religión constituye un recurso de excelencia en el cual se basan y justifican
las acciones desarrolladas en términos de política exterior. Para Estados
Unidos, la construcción del bien y el mal, la definición del "otro", se encuentra influida entre aquellos
países que aceptan o no, las disposiciones del orden liberal occidental, como el libre mercado, la "democracia liberal" y el american way of life.
Claro esta que el factor religioso que actúa a un nivel sutil del sistema de creencias, no
agota la explicación para comprender la política exterior seguida por Bush. Es obvio
que las continuas referencias de George W. Bush a la Biblia, a la religión, a
Dios, como garantía pública de sus decisiones no definen en su totalidad los
verdaderos intereses en política exterior, como garantizar la seguridad de
Israel, el petróleo y reposicionarse en Medio Oriente. Pero sí, dan pautas de interpretación de como se ven los Estados
Unidos en el mundo.
Los ataques del 11-S fueron una expresión de resistencia frente a los
procesos de expansión territorial, económica y cultural de Estados Unidos y
Occidente en el Medio Oriente. El mundo occidental piensa que su modelo
democrático y de economía de mercado es el mejor, incluso que es el único
civilizado y desea extenderlo a lo largo y ancho del planeta, sin tener en
cuenta y respetar las particularidades de cada sociedad.
Estados Unidos al verse como un “pueblo elegido” y al hacer una lectura fundamentalista de "su verdad", al hacer una separación entre un “ellos” y un “nosotros”, conduce fácilmente a la brutal virulencia de las guerras de religión, a las cruzadas cristianas o a una respuesta radical de la yihad islámica. Para muchos musulmanes, es occidente el verdadero y continuo agresor contra el que han de defenderse y, en esa defensa propia, se permiten, según el Corán, guerras. Un círculo vicioso de violencia y odio para nunca acabar.
Estados Unidos al verse como un “pueblo elegido” y al hacer una lectura fundamentalista de "su verdad", al hacer una separación entre un “ellos” y un “nosotros”, conduce fácilmente a la brutal virulencia de las guerras de religión, a las cruzadas cristianas o a una respuesta radical de la yihad islámica. Para muchos musulmanes, es occidente el verdadero y continuo agresor contra el que han de defenderse y, en esa defensa propia, se permiten, según el Corán, guerras. Un círculo vicioso de violencia y odio para nunca acabar.
La guerra contra el terrorismo no ha dado los resultados esperados, por
el contrario, tanto en Afganistan como Irak, ha crecido el odio de muchos
ciudadanos principalmente de las nuevas generaciones, frente a las acciones de Estados Unidos y lo
más grave aún es que ha aumentado el grado de radicalización de la yihad
islamista. Después de las intervenciones militares de EE.UU, le siguió un escenario de guerra interna
y de insurgencia donde lo que reina hasta estos días, es el desastre y la ingobernabilidad,
convirtiéndose a Irak en un ambiente propicio para el accionar de las redes
terroristas y del crimen organizado. La política anti-islam de la Administración Bush podría
considerarse también en otra especie de terrorismo, aunque “legalmente” justificado y
bendecido por el “Dios” de Estados Unidos.
Algunas
consideraciones
En las distintas religiones la paz es inherente a las mismas, lo cierto
es que históricamente las religiones han estado relacionadas con distintos
conflictos. Dado que las religiones no son ni violentas ni pacíficas se pone en
evidencia, particularmente para el caso de Estados Unidos que el factor “Dios”
fue funcional como ideología legitimadora de poder para justificar la violencia
y la guerra contra el terrorismo.
El anhelo de paz es un componente en la dimensión espiritual de todas las religiones, tal como se puede encontrar en los evangelios:“Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9). El primer mensaje de Cristo resucitado a los apóstoles consiste, precisamente, en el deseo de paz (Juan 20, 19-29; Lucas 24,36).
El anhelo de paz es un componente en la dimensión espiritual de todas las religiones, tal como se puede encontrar en los evangelios:“Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5, 9). El primer mensaje de Cristo resucitado a los apóstoles consiste, precisamente, en el deseo de paz (Juan 20, 19-29; Lucas 24,36).
Para los Estados Unidos, los ataques del 11-S representaron un ataque contra
todos los “países civilizados”, lo que no es civilización se identificó con la
‘barbarie’, esto es, el mundo islámico.[26] Bush desde antes de llegar a
la presidencia manifestó que su inspiración era Jesucristo. Las guerras
posteriores y la intolerancia ante el mundo árabe-musulman, así como la cruzada
mesiánica militar, no recogen ni una mínima el mesianismo de Jesús. El mesianismo de Jesús, sus buenas nuevas no se apoyaban en la fuerza ni en la «violencia», sino en la
proclamación de la paz. [27]
Sin embargo, a nivel general existe mucho desconocimiento del Jesús histórico,
y más bien, los grupos fundamentalistas se han encargado de reforzar la imagen
del Jesús que dio la vida por el mundo, al estilo de producciones como "La Pasión de Cristo". Borg destaca que la sabiduría de Jesús
era una enseñanza alternativa y subversiva, el desenvolvimiento de Jesús en su
contexto histórico representaba una actividad
concreta de desafío a las clases dominantes[28].
Jesús se desmarca y revoluciona la ley
judaica: «Habéis oído que está dicho: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo
(Lev. 3, 18; Deut. 23, 6). Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos haced el
bien a quienes os odian, y orad por
quienes os persiguen y calumnian, como hijos que sois de vuestro padre que está
en los cielos, el cual hace salir el sol sobre buenos y malos, y llueve sobre
justos e injustos (Mateo 5, 43-46).
Existen muchos cristianos fundamentalistas que esperan con “gozo” la
venida de Jesús, el “rapto” y la gran tribulación (el crujir de dientes). Estas creencias de los últimos tiempos justifica a que Estados Unidos, como la “nueva
Israel” cumpla un rol mesiánico. Muchos cristianos al interpretar literalmente
la Biblia, añoran “los cielos nuevos y
la tierra nueva” (Is 65,17; 66,22), mientras el mundo cada vez se va
convirtiendo en un escenario de guerras y mayor intolerancia entre las
civilizaciones y comunidades religiosas. Mientrás muchos esperan la intervención divina para que reine la paz en el
mundo. Como consecuencia de una interpretación literal de las escrituras.
Kung señala que es “imposible sobrevivir sin una ética mundial.
Imposible la paz mundial sin paz religiosa. Imposible la paz religiosa sin
diálogo de religiones”. A pesar que con los avances de la globalización y las
comunicaciones podría avanzarse en una especie de apertura entre las
religiones, que favorezcan el intercambio y la transmisión de conocimientos entre éstas. En
los últimos años, estos avances han sido utilizados para llevar a cabo ataques
terroristas y guerras anti-terroristas. Cada religión monoteísta se sitúa en
compartimentos estancos, en los que han delimitado, en algunos casos, su propio
territorio, han construido quienes son los “buenos”, los “salvos”, etc. abundando las muestras de intolerancia.
La verdad absoluta que defienden algunas religiones es a juicio de Charles Kimball, la raíz de la mayor violencia que las religiones desencadenan en el mundo y en la convivencia entre los seres humanos.[29]
La verdad absoluta que defienden algunas religiones es a juicio de Charles Kimball, la raíz de la mayor violencia que las religiones desencadenan en el mundo y en la convivencia entre los seres humanos.[29]
Es curioso como en los Estados Unidos, una sociedad multicultural, compuesta por una diversidad de religiones se ha logrado que se respete y tolere de cierta forma al “otro”, aunque esto no quiere decir que no exista el racismo, la discriminación y la violencia. Pero en buena medida, se ha sabido manejar. Al extrapolarlo al escenario internacional una de las claves para superar los conflictos entre religiones, sería implementar en cada país políticas educativas y culturales del estudio de las religiones e incentivar el intercambio cultural entre ellas.
[1] Ortega y Medina, Juan A. Destino Manifiesto. Sus razones históricas y su
raíz teológica. Alianza Editorial Mexicana. México D.F., 1989. Pág. 16.
[2] Ruth
H. Bloch, Visionary Republic: Millenial Themes in American Thought
(1750-1800), Cambridge (Reino Unido), 1985,
pp. 81-88
[3] Martin Lipset, La división continental. Los valores y las instituciones
de los Estados Unidos y Canadá. FCE, México, 1993, pág. 45.
[4] Alexis de Tocqueville La democracia en América, México,
F.C.E., 1994 (7ª reimpr.), p. 287
[5] Gilberto A. Bustamante. Puritanismo y Radicalismo Religioso en
Estados Unidos: del Mayflower a la
Mayoría Moral. http://www.hojaderuta.org/imagenes/Identidad_y_Fundamentalismo_Protestante.pdf
[6] Karen Armstrong: Los orígenes del fundamentalismo en el judaísmo, el
cristianismo y el Islam, Tusquets editores, Barcelona, 2004. Pág. 225.
[7] Bernadette Rigal-Cellard. Ètudes, septiembre de 2003, Nº
3993, pp. 153-162.
[8] Karen Armstrong (2004) Op. Cit. Pp. 276
[9]
Samuel S. Hill y Dennis E. Owen. The New Religious Political Right in America.
Abingdon, 1980.
[10] Paul Boyer, Christianity and the West, 1400-1700, Oxford y Nueva
York, 1985.
[11] Isaac Caro. Fundamentalismos islámicos. Guerra
contra Occidente y América Latina; Editorial Sudamericana; Santiago;
2001.
[12] Derek H. Davis, Barry Hankins: New
Religious Movements and religious Liberty in America. Baylor
University Press, 2003; pp. 116.
[13] Kepel, G. (2002). “Los Hechos del 11 de Septiembre de 2001”. En El Mundo
Después del 11 de Septiembre de 2001.
(Compilación). Barcelona, Editorial Península. pp. 25-43.
[15]
Idem
[16]
Charles Royster, The Destructive War: William Tecumseh Sherman, Stone-wall
Jackson and the Americans, Nueva York, 1991, pp. 82.
[17]
Charles B. Stronzier, Apocalypse: On the Psychology of Fundamentalism in
America, Boston, 1994, pp. 173-174 y 177.
[18] El dios de Bush
[19] Jaume Botey Vallés. El Dios de Bush. http://www.cristianismeijusticia.net/sites/default/files/es126.pdf
[20] Juan Tokatlian. “No
debemos buscar rivales, sino socios” Períodico La Nación del 10/12/05
disponible en:
http://www.lanacion.com.ar/EdicionImpresa/politica/nota.asp?nota_id=763535.
[21] George W. Bush ante los militares destinados en Afganistán,
el 21 de noviembre de 2001.
www.whitehouse.gov
[22] Discurso de George W. Bush del 20 de
septiembre de 2001. www.whitehouse.gov
[23] Rammy M. Haija. El looby Armagedon:
el cristianismo-sionista dispensacionalista y la conformación de la política de
EEUU de América hacia Israel- Palestina.
http://www.serviciosesenciales.com.ar/articulos/rammy-haija.pdf
[24] Ibrahim Warde. La
inquietante alianza entre la derecha cristiana norteamericana y la derecha
judía. http://www.mundoarabe.org/la_alianza_entre_la_derecha_cristiana_y_la_derecha_jud%C3%ADa_en_ee_uu_.htm
[25] Lee Griffith. The War on Terrorism and the Terror of God,
o.c., pp. 88
[26] Teodoro León Gross. El lenguaje y la guerra. Subordinación de los
medios al discurso político ante el ataque sobre Irak. Disponible en: http://www.ehu.es/zer/zer15/articulo_2.htm
[27] Willard M. Swartley . Covenant
of Peace: The Missing Peace in New Testament Theology and Ethics, William B.
Eerdmans Publishing Company, Grand Rapids/Cambridge 2006, pp. 15-19, 21-22.
[28] Marcus l. Borg. “Jesus and
Eschatology: A Reassessment”, en En Charlesworth James H. and Weaver Walter P.
(ed): Images of Jesus Today. Valley Forge: Trinity Press, 1994; pp. 42-67.
[29]
Ch. Kimball, Whem religion becomes Evil, San Francisco, Harper, 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario